Los espejos pueden ayudar a los niños a desarrollar su autoconocimiento, su capacidad de observación y su autoestima. También, les permiten a los niños experimentar con la expresión facial y el lenguaje corporal, lo que mejora su capacidad de comunicación y su comprensión de las emociones.
En un ambiente Montessori, los espejos se colocan a la altura de los niños para que puedan ver fácilmente sus propias acciones y movimientos. Esto les permite observar y controlar su propio cuerpo, lo que a su vez mejora su coordinación motora y su habilidad para aprender nuevas habilidades.